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martes, febrero 13, 2007

LA INMIGRACION ACTUAL Y LOS JOVENES: "Bolivia construcciones"

Bolivia en la otra esquina
Sergio Di Nucci ganó el premio de novela La Nación-Sudamericana con una novela picaresca que retrata una zona poco explorada de la inmigración: bolivianos en el Bajo Flores. El resultado es una pieza permeable a diferentes accesos, desde la sociología a lo puramente literario, con un acento muy fuerte en la construcción del lenguaje. La historia narrada es simple, pero permite que de sus pliegues se desprenda una vasta telaraña de anécdotas, de relatos y de personajes. El narrador, una voz personal y discreta, relata en primera persona sus peripecias y las de su amigo. Son dos inmigrantes bolivianos que llegan a Buenos Aires para trabajar y se instalan en el Bajo Flores, en una cuadrícula que quizá pase algo desapercibida en la totalidad de la cartografía porteña, pero que centraliza a un grupo sustancioso y complejo de inmigrantes, principalmente bolivianos, paraguayos y peruanos. Y la mención a lo geográfico no es casual: Bolivia Construcciones es uno de los intentos más acabados en la literatura reciente por armar el rompecabezas de un barrio valiéndose de su propia lógica enunciativa. Porque la novela no se aparta del barrio y lo describe en perspectiva, sino que se mete ahí adentro y lo narra con sus propias palabras. Así, en esa zona que ya había sido visitada, pero desde otra óptica, en La villa de César Aira, los personajes se encuentran y se pierden, discuten y se callan, y sobre todo comen y beben cerveza. Una de las nociones que más ha proliferado en las primeras críticas al libro fue la de “picaresca”.
Una de las arterias fundamentales del libro es la que trabaja con el plano de la lengua. La clave de lectura en este sentido la ha dado el propio Di Nucci, cuando declaró: “Bolivia Construcciones es un registro seguramente infiel pero no por ello menos verificable de los antagonismos de la lengua entre peruanos, paraguayos, bolivianos y argentinos”. En su antagonismo, las lenguas que empapan la novela encuentran su especificidad. Y así la lengua argentina aparece singularmente dislocada, desencajada, y por eso llamativamente extraña. Quizá no sea vano deslizar aquí la noción de extrañamiento, que viene de la crítica literaria, y que nos habla de aquella literatura que hace ver lo cotidiano, lo carcomido por la rutina, con ojos extraños, nuevos. Así, Bolivia Construcciones puede pensarse como un modo de agitar el avispero en que la noción de “lo argentino” estaba cómodamente estancada, pero también como una relectura ajustada de la periferia y los problemas de inmigración.
Quizás el mérito mayor de Bolivia Construcciones sea el abanico de lecturas que permite. La novela se puede leer desde la antropología, desde la sociología y desde lo puramente literario. Y lo curioso es que el libro mismo no desmiente pero tampoco bloquea la multiplicidad de enfoques. Es que esa prosa económica y directa despoja al libro de simbologías y de cristalizaciones de sentido por parte del autor y deja que los lectores, con el libro entre las manos, hagan lo suyo.
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